Luis Villoro y sus aportes a la Academia Mexicana de Filosofía
Luis Villoro Toranzo nació el 3 de noviembre de 1922 en Barcelona. Lo que se sabe con respecto a su infancia y su juventud es muy poco. El registro de su vida es retomado a partir de sus estudios de posgrado en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde obtuvo los grados de maestro y doctor en filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras. Más adelante, regresó al Viejo Continente para estudiar en las prestigiosas universidades de La Sorbona y en la Ludwiguniversität de Múnich.
Para 1948, ya reinstalado en México, comenzó a impartir sus cursos en su alma mater. Destacando su vida académica dentro de la Universidad Nacional, entre 1861 y 1862 se desempeñó como secretario de la Rectoría. De igual manera durante el bienio de 1865 y 1866 recibió el cargo de director de la Revista de la Universidad de México. En 1971 se incorporó como investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas. Aunque siempre se mantuvo cercano a la institución azul y oro, Villoro complementó su trayectoria académica dentro de las filas de la Universidad Autónoma Metropolitana, la Escuela Normal de Maestros, la Universidad de Guanajuato y la Universidad de Guadalajara.
Entre sus obras más prolíficas pueden destacarse: Creer, saber, conocer (1982), En México, entre libros: pensadores mexicanos del siglo XX (1994), Estado plural, pluralidad de culturas (1998), De la libertad a la comunidad (2001), Los retos de la sociedad por venir (2007). Asimismo, sus trabajos en torno a la historia de México como Los grandes momentos del indigenismo (1950), La revolución de independencia (1953), o Signos políticos (1974), constituyen trabajos de enorme valor, toda vez que, aun hoy en día, los historiadores recurren a estos textos para acercarse a una interesante y sofisticada interpretación del pasado.
Por su impecables obras y enseñanzas, varios de sus discípulos y colegas lo consideran como el más destacado filósofo mexicano de las últimas décadas, un pensador consciente de su contexto. En cuanto a su trabajo como miembro y fundador de la Asociación Filosófica de México, de la que fue presidente del Consejo directivo en 1990-1992, sus ideas en contra de la marginación, la discriminación y la expoliación de sus comunidades indígenas, representaron un notable y sensible aporte al estudio de la filosofía mexicana.
Quienes lo conocieron, afirman que, para Villoro la filosofía era algo más que una mera ideología o algún tipo de pensamiento convencional, sino que se requería de una verdad más profunda y concreta, más universal y válida. Por todo ello, este pensador estaba convencido de que la tarea de la filosofía consistía fundamentalmente en la crítica de las estructuras ideológicas y en el apuntalamiento de prácticas sociales con un sentido humanista.